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Uno de los temores que tenía al empezar a leer esta novela era que la serie de televisión, que he devorado en cada una de sus temporadas, le restara interes a una historia que tiene su mayor fuerza en el impacto que puede/debe provocar en el lector. Afortunadamente no ha sido así: lo que cuenta es lo mismo pero la forma de contarlo lo convierte en algo nuevo, porque la intensidad es mayor y porque quien te lo cuenta es la propia protagonista. . En efecto, aquí es la propia Defred quien nos narra, casi en forma de diario, su vida como criada en la nueva república de Gilead. No vamos a saber su nombre en ningún momento, porque lo ha perdido, al igual que su libertad y la vida que tenía antes. A través de sus recuerdos sabemos que era una mujer con familia, con trabajo y con una vida muy parecida a la de la mayoría de nosotras. Ahora, en cambio, sólo es un objeto cuyo deber es engendrar los hijos de la clase dominante. Y lo peor de todo es que en este libro no vamos a ver ningún resquicio de luz, no hay salida, es lo que es y lo demás sólo son recuerdos de algo que no volverá. Y así es todo en esta nueva realidad: cruel y asfixiante. . En varios sitios he leido que la autora ha comentado que se inspiró en la realidad, sobretodo en noticias en prensa y televisión, para crear el mundo que acabó siendo la república de Gilead. Pienso que es cierto, no hay que ir muy lejos para imaginarnos las cosas que se describen como reales. E incluso peores, más crudas. Estamos hablando de 1985, fecha en la que se publicó el libro, pero no me diréis que este tipo de historias no os recuerdan a hechos actuales que todos tenemos en la cabeza, a la situación de las mujeres en muchos lugares del mundo, a la merma de libertades en pro de un supuesto bien común, al ascenso del pensamiento reaccionario, a la indiferencia de los que podríamos hacer más... Hay muchas cosas que dan que pensar cuando lees esta novela y sólo por eso debería ser obligatorio leerla. También poque seguro que la vais a disfrutar, claro. |
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