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Esta es mi cuarta novela de Margaret Atwood, y ella nunca me decepciona. Me atrapó la historia de Grace Marks, contada por Atwood con una maestría polifónica poco a poco, como la costura de un quilt (una imagen que predomina en la historia), y la gran pregunta que sobrevuela la novela: ¿acaso Grace es una bestia asesina que ha estado mintiendo sobre su amnesia, su pureza y su inocencia todo el tiempo, o es la víctima inconsciente de fuerzas poderosas que escapan a su control? ¿Debería pagar por sus pecados o ser liberada? A través de las múltiples historias que se desarrollan a lo largo de la novela, Atwood pinta una imagen dolorosa del rol de las mujeres en la sociedad del siglo XIX. Todos los estereotipos que Gilbert y Gubar han señalado en relación al imaginario literario de la época se ponen en juego aquí: el ángel de la casa, la mujer caída, la tentadora, la loca del altillo. Las mujeres parecen estar atrapadas entre esas posibilidades, y una elección incorrecta puede hacerlas cambiar de categoría y autocondenarse. Es una experiencia de lectura inolvidable. |
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