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Ya llevaba unos años leyendo con poca frecuencia cuando una amiga me recomendó, un entonces desconocido para mí, Patria. Me contó que estaba leyendo una historia muy cruda pero a la vez emotiva relacionada con el conflicto vasco. Algo reticente por sus más de 600 páginas (durante esos años apenas leía un par de libros al año), me adentré en la historia de Bittori y Miren. “Ahí va la pobre, a romperse en él. Lo mismo que se rompe una ola en las rocas. Un poco de espuma y adiós. ¿No ve que ni siquiera se toma la molestia de abrirle la puerta? Sometida, más que sometida.” Así empieza esta novela. Poco a poco, fui conociendo el mundo de estas dos amas de casa vascas aparentemente estándares pero a la vez con unas vidas marcadas por el dolor. Por razones tan opuestas, pero unidas por el dolor. El paisaje como un elemento más de la narración, los personajes secundarios que llevan la novela a otros niveles y el pasado, tan presente en esta historia, hacen de ella un ejercicio que te atrapa hasta su última página. Siempre que me preguntan cuál es mi novela favorita digo que no podría nombrar solo una, pero debo reconocer que Patria guarda un lugar especial e mi recuerdo. |
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