Puntos calientes

Creo que es una de esas novelas a las que conviene acercarse sabiendo cuanto menos mejor y dejar que la propia narración te vaya descubriendo los cómos y los porqués, confirmando suposiciones o sorprendiéndote por el desarrollo de los acontecimientos.

Candela, chica bien de un barrio bien de Madrid, escribe largos e-mails a su amiga/amante de adolescencia (Ítaca) ante la imposibilidad de comunicarse personalmente con ella. En estas misivas Candela irá dando saltos en el tiempo, a veces contándonos sucesos de su infancia y la tóxica relación con su familia, otras veces de la historia común de ellas dos y otras de su vida actual en Bristol, donde se fue a estudiar como una huida hacia adelante y donde compagina sus estudios con su trabajo como striper en un local nocturno.

La dificultad de hablaros de esta novela radica en la cantidad de temas que se abordan en ella, pero creo que lo más significativo es el retrato que se hace de una generación que ha crecido expuesta y exponiéndose en las redes sociales, la necesidad de encajar que toda persona adolescente siente y cómo esta “vida virtual” aumenta esa necesidad. El coqueteo con las drogas, el sexo, la autosuficiencia real o imaginaria que perseguimos y que creemos tener a esas edades, lo “difícil” que es hacerse mayor y enfrentarse al mundo que nos rodea. al fin y al cabo, esos “Puntos calientes” alrededor de los que nos movemos (toda nuestra vida, pero quizá más en la adolescencia y primera juventud) y que en cualquier momento pueden desencadenar cataclismos varios.

Tengo que señalar también que me parece un libro muy bien escrito y con un muy buen manejo de los tiempos. Muy creíble, intimista y visual (las descripciones -tanto tangibles como intangibles- son muy buenas, y es muy fácil comprender las diferentes posturas tanto de la narradora como del resto de personajes.

Una historia que se queda en tu cabeza para resurgir cuando menos te lo esperas con una imagen o una conclusión que no sacaste durante la lectura.