Y del cielo cayeron tres manzanas

Fábula o historia, «Y del cielo cayeron tres manzanas» es una novela magnífica, un auténtico canto al amor con mayúsculas y al amor tardío, envuelto en un hermoso tono lírico y un universo casi mítico que recuerda a «Cien años de soledad».
Entrelaza las diversas historias de una comunidad de vecinos envejecidos que viven en la cima de una montaña, en un aislamiento relativo, en una aldea llamada Marán, cuyos habitantes han logrado desarrollar unos lazos de amor y amistad, unas relaciones de apoyo mutuo que les permite permanecer arraigados en sus casas, y afrontar juntos tanto la vida como la muerte, después de haber sobrevivido a sequías, hambrunas, terremotos, plagas de proporciones bíblicas, violencia machista, genocidios y guerras.
El amor tardío entre Anatolia, una mujer encargada de la pequeña biblioteca de la aldea y Vasili, un hombre rudo, fuerte, encargado de la herrería, pero entrañablemente sensible y atento, lo preside todo en esa pequeña comunidad basada en la economía del trueque que comparte todos sus saberes ancestrales, con pocas expectativas de “crecimiento”, de “progreso”, envejecida y a pesar de todo feliz.
Publicada en el 2015, fue escrita en ruso por la autora de origen armenio Nariné Abgarian, que ha sabido construir con maestría unos personajes universales, pero marcados por sus costumbres, sus tradiciones, sus sufrimientos, sus sueños y supersticiones. En el 2016 la novela recibió el máximo galardón ruso, el Premio Yásnia Poliana.
Son muchos los que ya hablan de Marán como del Macondo armenio, donde puede hallarse también amor, tragedia, esperanza y donde lo sobrenatural entremezclado con lo real sobrevuela todo, en forma de un realismo mágico que le permite hablar de la vida partiendo de la pregunta ¿crecimiento y progreso para qué? Y de la muerte como un todo integrado en la vida, que hay que aceptar.

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