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Crítica de AlhanaRhiverCross


AlhanaRhiverCross
23 November 2019
Esta ya es la cuarta novela que leo de Sandra Andrés Belenguer y aunque hace unos cuantos años que la descubrí, he ido leyendo lo que va publicando con mucha calma y manteniendo mis expectativas a raya. Me gusta muchísimo su estilo narrativo y la verdad es que disfruto solo leyendo cómo escribe sin que me importe mucho lo que cuente en cada historia. O lo que es lo mismo, voy a seguir leyéndola porque me gusta su prosa y no le doy tanta importancia a sus tramas, que pueden entusiasmarme más o menos. En este caso, la novela tiene varios puntos fuertes a su favor que pueden hacer que sea una lectura magnífica, sobre todo si nunca se ha leído nada de la autora; y a la vez, me he encontrado con otros aspectos que ojalá hubieran sido mejores, sobre todo porque no puedo evitar comparar con otras de las historias de una de las autoras por las que más motivación siento a la hora de elegir lecturas.

Entrando ya en materia con Deja cantar a la muerte, la figura del fantasma siempre ha sido una de las más enigmáticas y fascinantes que nos ha dado la literatura y su hechizo ha traspasado las páginas en incontables ocasiones para llegar a las pantallas y los escenarios de medio planeta, aunque son pocos los retellings que se conocen dentro de la propia literatura. Este es el mayor aliciente con el que cuenta esta novela: la curiosidad por un personaje tan hipnótico como su música, tan misterioso como su leyenda y tan cautivador como su personalidad, pese a que no deja de ser un perturbado solitario y agresivo que causa desgracias allá por donde pasa y rapta jovencitas cuando se obsesiona con ellas. Sí, el fantasma es todo eso y aun así sigue encandilando por algún motivo inexplicable. O no tan inexplicable, porque precisamente creo que ahí radica que se haya convertido en un personaje inmortal que a día de hoy sigue siendo magnético. Quizás por eso, al elegir esta lectura tenía una sensación contradictoria según pusiera el imán que me atrae hacia este personaje, porque no es la primera que la autora escribe sobre El Fantasma de la Ópera y yo ya había leído su anterior novela inspirada en este clásico, titulada El Violín Negro, que guardaba bastante más distancia con el original que la que nos ocupa ahora. En aquella ocasión, la primera vez que leía a Sandra Andrés, logró engancharme más porque rozaba la novela gótica de misterio y tenía ese aire de versión libre en la que no sabía muy bien por dónde iría la historia.

Sin embargo, en este caso, tengo que reconocer que al estar ambientado en nuestro siglo, pensé me iba a encontrar con un clásico modernizado, con mensajes renovados y con personajes rejuvenecidos. Aunque la verdad es que he sentido algo de decepción porque, tal y como yo lo he sentido, no he encontrado nada de esto por una simple razón: se parece demasiado a la historia original incluso con sus “fallos” (contextualizados en su época, por supuesto). Hay algunos detalles que intentan aportar un toque nuevo, como la presencia de la abuela de Christine, un punto de vista propio para Raoul en algunas escenas o las aventuras de los fanáticos del mundo subterráneo de París (con toda la ingente documentación que eso conlleva) para que no se vea solo como el hogar de Erik. También cuenta con una buena construcción psicológica de los tres personajes principales aunque, de nuevo, sin aportar mucho más a lo que ya conocemos y en ocasiones, puede llegar a hacerse repetitivo, como los pensamientos recurrentes de baja autoestima que arrastra Christine o el nivel de obsesión que siente Erik por ella y por su éxito.

Por todo ello, el nivel de detalle con el que la autora trata de reinterpretar el clásico en realidad ha sido un hándicap que le ha impedido convertirse en una historia propia con la que encandilarme, porque más que un retelling he tenido la sensación de haber leído un remake, simplemente cambiando de época e incluso forzando situaciones que hoy en día serían un tanto sobreactuadas (como que Christine crea de verdad, pero de verdad, que existe su ángel de la música y se enfade al comprobar que solo es un chico que nada tiene de sobrenatural). Tanto es así que a veces resultan un poco absurdas algunas escenas que me han hecho plantearme todo el rato en qué narices piensa Christine para permitir que un acosador desconocido, literalmente, la acose; por no mencionar las continuas alusiones a ángeles que parecen justificar toda esa relación y que en el original quedaba como muy “romántico” pero que en una actualización del clásico me saca de la trama por completo porque se me van los ojos hacia arriba. Además, en la academia en la que se desarrolla la mayor parte de la trama se pierde un poco el realismo de algunos encuentros entre ambos tras pasadizos secretos y espejos de un solo sentido, que podían tener algo de verdad en la legendaria Ópera Garnier, pero que en una escuela rodeados del resto de alumnos, no me ha terminado de encajar del todo. Por el contrario, el ligero cambio de actitud en el final con respecto a la obra original ha logrado que la sensación en general fuera mejor de lo que me esperaba.

Por otra parte, la pluma de Sandra Andrés Belenguer sigue siendo preciosa y no hay otra manera de definirla. Puede que sea un poco demasiado recargada y con más florituras de las necesarias (en el sentido más subjetivo de lo que es necesario o no en una narración, obviamente), con un estilo narrativo y descriptivo propio que puede hacer que la lectura se haga demasiado densa si no se coge el ritmo adecuadamente desde el principio y puede que incluso en algunos pasajes me hayan sobrado párrafos enteros sin ninguna duda. Y aun así, he seguido leyendo como hipnotizada porque la prosa, empalagosa o no, es dulce y muy agradable a los ojos, con multitud de metáforas, antítesis y otros recursos literarios muy bien utilizados, aunque como digo, quizás en exceso, pero es que forma parte intrínseca de la pluma de esta autora. Además, ha sabido plasmar muy bien la inseguridad que define y coarta la vida de Christine, el carácter obsesivo y atormentado por su físico que es inherente a Erik y que le empuja a comportarse como un acosador con tendencias vengantivas y, en general, ha captado a la perfección la esencia de su relación, un tanto dependiente y enfermiza por ambas partes.

En otras palabras, una buena novela a nivel técnico y narrativo que me ha fallado a nivel argumental porque se parece demasiado al original y porque no arriesga un poco más para poder actualizar también las reacciones de los personajes. Está claro que puede gustar muchísimo, y más si se empieza a conocer a esta autora por esta novela, porque la mejora en su calidad narrativa es palpable con respecto a novelas anteriores, así que solo por eso merece ser recomendada al margen de gustos personales. Por lo demás, yo tendré que elegir alguna otra de sus publicaciones para disfrutar aunque sea un poquito más de historias que vengan directamente de su imaginación, pero si os gusta El fantasma de la ópera, tened claro que Sandra Andrés Belenguer es la autora que necesitáis.
Enlace: https://enmitiempolibro.blog..
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