La Esperanza es un parásito del cuerpo, que vive en una total simbiosis con el corazón humano. No basta con ponerle una camisa de fuerza y encerrarla en un oscuro rincón. Tampoco sirve de nada imponerle una dieta de hambre. No se puede poner al parásito a pan y agua; el suministro de alimentos debe ser cortado de raíz. A la mínima posibilidad que la Esperanza tenga de agenciarse oxígeno, lo hará. El oxígeno contenido en un adjetivo mal dirigido, un adverbio imprudente, un gesto compensatorio de lástima, un movimiento corporal, una sonrisa, el brillo de un ojo.