La culpa es de Stephen Hawking

“Simplemente no he trabajado toda la vida para ver cómo mi nieto, Marco, debe dejar la Tierra contra reloj. Este planeta siempre ha sido nuestra casa. Además, si no hemos sido capaces de cuidar este planeta, ¿por qué deberíamos ir a destruir otro?”

🪐 Cada noche, en sus sueños, Marco viaja millones y millones de kilómetros de la mano de uno de los físicos más importantes que ha pisado la Tierra. Aprendiendo de él y llegando a obsesionarse con una de sus predicciones más contundentes: “La raza humana tendrá que salir de la Tierra si quiere sobrevivir.”

🪐 Sus horas de juego frente a una pantalla conquistando planetas no parecen ahora una trama de ficción sacada de uno de sus queridos videojuegos, sino algo más real. Y más ahora que su abuelo, profesor de física jubilado, le ha hablado de la posibilidad de desarrollar vida en un planeta vecino llamado Marte. ¿Podrá el ser humano conquistar dicho planeta?

🪐 Pasar horas buscando información sobre Stephen Hawking y sus teorías no es una buena idea si al día siguiente tienes que ir al instituto. Y si no que se lo pregunten a Marco. Castigado por dormirse en clase y condenado a realizar un duro trabajo de fin de curso sobre Marte.

🪐 “La culpa es de Stephen Hawking” llegó a mí gracias al equipo de Babelio y a su iniciativa Masa Crítica. Por lo que debo agradecer también el envío del ejemplar a la editorial Birabiro.

🪐El Universo y sus infinitas posibilidades siempre han fascinado al ser humano. Si alguna vez al igual que yo habéis mirado el cielo nocturno a la caza de un planeta entenderéis entonces que no pudiera dejar escapar la oportunidad de leer un libro con estas premisas.

🪐 Quizás una de las características a recalcar de este libro sea el valor didáctico que se esconde en sus páginas. Sin necesidad de conocimientos previos cualquiera puede adentrarse en una trama que habla sobre nuestra galaxia, sobre los planetas que la componen o las diferentes razones por las que en ciertos lugares podría llegar a desarrollarse o no la vida. Que relata curiosidades científicas como el último viaje de Cassini, esa nave que durante años investigó solitaria el planeta Saturno para terminar formando parte de él. A lo largo de las páginas Pol Ribes y Daniel Arguimbau se encargan de mostrarnos la necesidad de respetar nuestro propio planeta, La Tierra, ese hogar que poco a poco vamos destruyendo.

🪐 Una historia que creo, se desarrolla de forma ágil y excesivamente rápida. En la que los cambios de escena resultan demasiado continuos al fluir de sueño en sueño a lo largo de todos los capítulos. Resulta un poco confusa esa fina linea que separa la realidad que vive Marco de lo que son sus sueños. Lo que ha reforzado la idea de que al final la trama pareciera una sucesión de acontecimientos algo desordenados.

🪐 La relación entre el protagonista y su abuelo es una delicia, el amor y el cariño que se transmiten a lo largo de la historia añade un toque muy conmovedor sin embargo he echado de menos leer más conversaciones entre ambos. También me habría gustado leer más información sobre cómo, Marco, va realizando ese trabajo de fin de curso tan importante y exigente. Siento que cada detalle de la trama está contada en pequeñas pinceladas interrumpidas entre sueño y sueño del protagonista. Sin llegar a desarrollarse ampliamente.

🪐 Los personajes secundarios apenas me han aportado algo. Sus apariciones han sido algo planas, escasas y un poco forzadas.

🪐 Aunque mi visión de los videojuegos sea muy diferente a la del abuelo de Marco, siempre estaré de acuerdo con él, en que como especie, no deberíamos tener la posibilidad de destruir otros planetas. El ser humanos es egoísta y egocéntrico por naturaleza. Olvidar lo importante siempre nos ha resultado muy sencillo.

🪐 “La culpa es de Stephen Hawking” termina siendo un homenaje a la figura del físico y sus rotundas teorías. Una historia que nos invita a caminar de la mano los uno de los otros, y a trabajar juntos para construir un planeta mejor aprendiendo de nuestros errores. Esos errores que nos están conduciendo a la destrucción.

Libro infantil-juvenil que más que nada es un homenaje a la figura de Stephen Hawking, sobre todo centrándose en su idea de que el ser humano tarde o temprano (y más bien tirando a temprano) tendría que empezar a colonizar Marte.
Con este tema se obsesiona el protagonista del libro, Marco, cuando se ve obligado a hacer un trabajo basado en el planeta rojo para el instituto. Entre su profesora y su abuelo le ayudarán a conocer la figura de Stephen Hawking y su idea de llegar a ese planeta para convertirlo en nuestro nuevo hogar.
Tanto se obsesiona con el tema que sueña que tiene conversaciones con el famoso científico casi todas las noches. Cosa que me parece un poco trampa para el libro en sí, pero al tratarse de un libro para un público infantil o juvenil se puede hacer la vista gorda.
El libro no cabe duda de que puede enganchar a pequeños y pequeñas lectoras, que tengan curiosidad por la ciencia, o que la descubran a partir de este libro. Se lee de manera muy amena, y seguramente pueda influir a que les dé por seguir investigando por ese tema, cosa que siempre es de agradecer: la cultura llamando a la cultura. Pero desde el punto de vista como adulto, creo que se podría haber explotado más el tema, sacarle más miga al tema científico.
Pero bueno, es lo que siempre me pasa aunque intente dejar a un lado mi visión adulta con este tipo de libros.
Se lo regalaré a mi sobrina cuando cumpla algunos años más, eso seguro.

Marcos es un niño normal, aficionado al skate y a los videojuegos, demasiado según su abuelo. Por una conversación casual y un pequeño despiste en clase de física, se ve obligado a realizar el trabajo fin de curso sobre el planeta Marte. Cuanto más investiga, ayudado por su increíble imaginación, más interesado está en el planeta rojo.

Este libro llegó a mis manos gracias a la última entrega de Masa Crítica de Babelio. Es ese tipo de libros que no habría escogido de primera mano si no me lo hubieran presentado. Cuando apareció en el listado de libros disponibles, algo (no se el qué) me llamó la atención y pensé que sería una lectura curiosa. Pero me quedé corta. Me ha encantado; con su lenguaje cercano, las escenas de sueños e imaginación tan reales, que tal parece que eres tú de pequeño soñando con ser astronauta.

Es una forma amena y divertida de acercar al público la ciencia, y recomiendo su lectura a todo aquel que quiera picar la curiosidad de los peques de la casa en materia de ciencia, aunque sea sólo un poquito.