Sombras en la caverna

Dicen que para valorar un buen vino hay que moverlo enérgicamente, dejarlo reposar en la copa y saborearlo a sorbos cortos. Sin ser intencionado, así he disfrutado de este libro de Manuel Amaro, como si de una copa de buen vino se tratase.

Siguiendo con la comparativa, este libro me evoca aromas a mi juventud y a mi niñez. Me ha recordado esas noches de lectura bajo la manta y linterna en mano en las que me adentraba en la Ciencia Ficción de mano de los grandes: Orwell y su 1984 o Huxley y su mundo feliz. Aunque ya más cercano en mi memoria no he podido evitar pensar en los Juegos del hambre, sobre todo por la nomenclatura que recibe cierto estamento de la sociedad que puebla La Isla. Lo mejor de todo es que, pese a todos estos aromas que me transportan a otras páginas y otros momentos, la historia en su conjunto es única y genial.

Como decía al principio me he visto obligado por razones varias a leer el libro de forma pausada e interrumpida. No ha sido nada intencionado pero me ha venido muy bien pese al malestar momentáneo de no poder leerlo del tirón y rápido. Ahora, recién terminado, no puedo alegrarme más de que así haya sido.

Amaro, por estructura y forma de narrar, escribe para lectores activos, para aquellos que no gustan de papillas trituradas fáciles de ingerir. La estructura del libro narrada a tres voces, la construcción de los tres protagonistas y, sobre todo, la forma de narrar presentando sin significarse, son pruebas de ello. Por eso me han venido bien las pausas que han servido para que la historia formara poso, reflexionar y llegar a comprender las motivaciones y puntos de vista de los personajes, aunque en un principio me alineara de parte de un bando y odiara a otro.

Pese a la gran construcción de todos los personajes, mi favorito es Lander. Su inocencia y vulnerabilidad inicial y cómo se enfrenta a ellas con determinación y valentía guiado por el amor que le profesa a su hermana, al viejo o a Fauno me han robado el corazón.

Quizás por esa lectura demasiado pausada o porque a veces me creo más listo de la cuenta y me da por pensar sobre la marcha en hipótesis descabelladas he descubierto muchos capítulos antes de que se narraran ciertos giros que de seguro a más de uno le harán quedarse con cara de bobo. Esta vez el autor no ha conseguido engañarme como sí hiciera con otros trabajos, ni con el final, aunque esto tenga matices. Como me ha pasado con esos giros que comentaba, a la segunda vez que se hace alusión al tema ya intuía que el final iba a ser, digamos, pirotécnico. Debo decir que, pese a todo, cuando ya veía cercano el final el ritmo endiablado de los acontecimientos no me permitía ni siquiera intuir de qué forma iban a suceder los actos. Ahí sí que grité y alabé a Fauno Rohen y su inteligencia, su intuición y su estrategia calculada.

Una gran historia que me ha hecho reflexionar, llegar a empatizar con personajes, acciones e ideas que a priori he odiado y abrir mis horizontes interpretando esta magistral historia de Ciencia Ficción distópica que no se aleja tanto de nuestra realidad cercana a poco que analices la historia.