Esta gamberrada de Manuel Amaro me dio exactamente lo que buscaba, risas desternillantes, humor zafio y escatológico y entretenimiento a raudales. No puedes más que enamorarte de un personaje como León, un tonto (pero de los de verdad) bonachón con incontinencia verbal, hambre eterna e imán de la roña. Lo devoré en tres tardes, habría sido sólo una, pero perdí mucho tiempo riéndome salvajemente. Lo mejor del libro es que no termina aquí, que luego viene León González, Anticristo , mucho más elaborado y épico. Lo recomiendo encarecidamente, debería ser lectura obligatoria en todos los centros de risoterapia. |