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Allende tiene esa capacidad de escritura sin florituras ni entuertos que permite que sus novelas sean cercanas y de fácil lectura. A través de un siglo de historia, la protagonista hace una narración de su vida (a modo de carta, una carta muy larga, o crónica), donde desnuda sus sentimientos y abre todas las vivencias y decisiones de su pasado a una persona que es muy importante en su vida (que no voy a decir a quién porque eso se descubre a lo largo de la novela). Es una historia, dulce, bonita y ligera de leer. Aunque a lo largo del relato no se hace referencia a dónde ocurren los hechos, las constantes referencias a los hechos históricos hacen idea perfecta de dónde acontece; sin embargo, al contrastarlos, se ve perfectamente que cambia el nombre de los lugares (poblaciones), o cuándo ocurrieron, poniéndolos en un tiempo distinto a cuando ocurrieron realmente. Pero está genial porque hay un flirteo histórico sobre ese país, aún con las modificaciones que la autora haya querido hacer de lugares y/o tiempos. Por poner un "pero", la protagonista relata su vida dirigiéndose a una segunda persona, pero en ocasiones, da la sensación de que pierde este punto de referencia y pareciera que esté dirigiéndose a una tercera persona cuando se dirige a esta segunda. Pero, bueno, la he disfrutado y eso el lo importante. |
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