El viento conoce mi nombre

Samuel y Anita son separados de sus madres siendo muy pequeños, él en la Austria nazi de1938 y ella en la frontera actual entre El Salvador y Estados Unidos. Sus vidas se cruzarán en este último país, cuando una pareja de abogados lucha por reunir a Anita con su madre.

No cabe duda alguna de que los y las menores son los grandes perjudicados en cualquier guerra o conflicto. La separación de familias judías en Europa durante la Segunda Guerra Mundial fue muy dura y no lo es menos cuando se produce entre quienes emigran desde América Latina a Norteamérica, o desde África a Europa, en busca de un futuro mejor. O, simplemente, en busca de un futuro.

Isabel Allende vuelve a dar voz a los inmigrantes (ella misma vive en California como tal y se define como la "eterna extranjera"). Niños y niñas que son arrancados de los brazos de sus padres o madres, que viven ansiando un reencuentro cuya realidad es incierta pues muchos de esos adultos son deportados o desaparecen, sin más.

Tres historias narradas en tres tiempos, con las relaciones personales y la pérdida como nexo, en las que se pone de relieve la gran capacidad de niños y niñas para reponerse de las situaciones más adversas, de luchar para sobrevivir y salir adelante. Una historia no demasiado extensa, que se lee del tiron y que debería hacernos reflexionar, porque la realidad que describe tiene muchos puntos en común con las situaciones que surgen a veces en nuestras fronteras.

Isabel Allende nos regala una nueva historia con tintes de realidad pero plena de optimismo. ¿La has leído?
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