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En una cena familiar, donde celebran el cumpleaños de Fer, su perro Rulfo tiene una misión muy importante: hacerle saber a Fer que Max (su anterior perro que falleció hace 3 años) se encuentra bien y tiene que cerrar ese ciclo para que el can pueda seguir su camino. Es realmente emotivo cómo Alejandro Palomas vuelve a usar esa prosa tan bella, delicada y sensible para describirnos el lugar donde se encuentra Max, cómo funcionan las cosas allí, los sentimientos de pérdida tanto humanos como animales... Es una historia preciosa que nos habla del amor y de la ausencia, de la necesidad de pasar página para, pese a no olvidar, asumir la pérdida y poder seguir hacia adelante. Las ilustraciones de Fernando Vicente son impresionantes, muy potentes, hablan por sí mismas. Compiten en sensibilidad con el texto al que acompañan. Este es un libro que recomiendo a todo el mundo: a los amantes del escritor y/o del ilustrador, a los enamorados de los libros ilustrados, a los que han perdido alguna vez a un perro (o compañero de vida no humano). Es muy cortito, se lee en lo que tomas un café, pero seguro querrás releerlo y su esencia se quedará contigo tiempo y tiempo. |
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