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Crítica de MiTijuanaLectora


MiTijuanaLectora
30 May 2021
Para hablar de Buenas hermanas les voy a contar un poco mi experiencia con Mujercitas.

Mujercitas es un clásico del cual casi todo el mundo tiene conocimiento, probablemente muchos no lo han leído pero saben que existe. Bueno, yo ya lo leí y se me hizo bonito, lleno de valores y rectitud, sin embargo, sentía que le faltaba un poco de vigor pues, a mi parecer, es una historia un tanto plana.

Por lo que me emocionaba mucho saber que Buenas hermanas era un thriller del clásico y es por eso que no dudé en darle una oportunidad, ¡Y vaya que no me arrepiento! Aquí encontré todo ese vigor que me faltó en el clásico ya que se presenta a las hermanas March dentro de una distopía, en una sociedad totalitaria que resulta, hasta cierto punto, espeluznante ya que es tal el control ejercido por el gobierno que no pueden siquiera expresar sus emociones libremente y se ven forzados a sonreír aun cuando la situación no lo amerite.

Las hermanas March viven en Concordia, una ciudad que se jacta de estar llena de buenos ciudadanos entre los que destacan los Optimates, quienes eran los gobernantes supremos, de los que se decía que tenían la vida más digna y recta de entre todos. En cuanto a la estructura de la ciudad, es otro punto que me resultó bastante retorcido pues esta organizada con un circulo central del que se van desplegando los vecindarios hasta llegar a los suburbios donde viven los desahuciados y los infelices (los pobres).

Resulta sumamente conmovedor encontrar las similitudes con el clásico, esas escenas icónicas de las March y Teddy y a la vez ser una historia completamente diferente, una historia que desde el final del primer capitulo te sorprende ya que todo parece indicar que se trata de una sociedad del siglo XVIII pero de pronto aparecen instrumentos tecnológicos futuristas (al menos para el siglo XVIII) que le dan un vuelco a la historia y te hacen sentir, al igual que las protagonistas, acechado.

Y es que todos en Concordia viven así, acechados, sometidos a un control total disfrazado de méritos que hay que cumplir como lo son las donaciones que los privilegiados brindan a los desahuciados con tal de seguir aparentando un estatus que les permita vivir en los buenos vecindarios. Hubo muchas situaciones que me hicieron sentir indignada pero ese sacrificio en especial me hacia enfadar ya que no me cabía en la cabeza como es que preferían pasar hambres y vivir en un estado famélico constante, toda eso con tal de aparentar, era la que me exasperaba muchísimo.

En cuanto a los personajes, se le dio un vuelco a la personalidad de las hermanas March de manera sorprendente ya que sufrieron variaciones que a simple vista no se notan pero que cuando llegan a su punto de ebullición, te dejan con la boca abierta y sin que puedas ver nuevamente a unas tiernas jovencitas. En esta ocasión mi personaje favorito fue Amy porque fue la que más evolucionó, de una manera despiadada pero evolución al fin y todo por el bien de su familia.

Del romance, me gustó que siempre estuviera esa niebla llamada guerra que distraía al lector, esa niebla que no dejaba ver en dónde se iba a desarrollar un romance a plenitud. El ritmo de la historia no es muy diferente al clásico pero tampoco es tan lento al punto de que se vuelva tortuoso, es un ritmo justo para que el lector se enfoque en el tema principal, el control, porque de esto se trata realmente Buenas Hermanas, del control que un mal gobierno puede llegar a ejercer y que si nosotros como ciudadanos obedecemos sin siquiera razonar la situación desde todos los ángulos, tarde o temprano, terminaremos por destruirnos tal y como Concordia lo hacia con sus ciudadanos.

En resumen, Buenas hermanas es una distopía que te mantiene al filo del suspenso y la indignación pero que a la vez te hace esbozar una sonrisa.

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