La escuela católica

La manifestación ritual de la masculinidad ante las mujeres suele ser una exhibición amenazadora y desproporcionada, enfocada en realidad a obtener el respeto de los demás hombres. En definitiva el público de los hombres son los hombres mismos, en especial durante la adolescencia, de cuyo juicio dependen, de los que espera con ansia, aprobación y admiración. Al no poder ganarse normalmente el amor de un compañero, el adolescente exige al menos su reconocimiento. Y para obtenerlo está dispuesto a todo.
En realidad no es cierto que entre los varones exista solo competencia, más bien todo lo contrario. La profunda y natural necesidad de recibir amor, ternura y calidez de los demás varones se ve casi siempre insatisfecha y por eso se dirige - a veces brutalmente- a las mujeres, que acaban siendo arrolladas a su pesar.
La consecuencia inevitable de una comunidad sólo masculina: a fuerza de menospreciar y despreciar aunque sólo sea de palabra, a las mujeres, los maricas y afeminados, para alardear de virilidad, se acaba por buscarla en exclusiva,. El verdadero machismo es homosexual.
Es curiosa esta oscilación entre el rechazo de la feminidad y su búsqueda desesperada.Como hombre se le han asignado ciertos estándares que desea alcanzar, a los que tiene que hacer honor y lo que mas teme es que su masculinidad esté incompleta, herida, llorosa como de hecho, casi siempre está. Por tanto, todos los desastres grandes y pequeños que provoca, tienen la intención de compensar esos defectos, de enmendar los desgarrones que acribillan su virilidad.
La manera más simple que tienen los varones de mostrar que lo son es despreciar la feminidad.
Los adolescentes interpretan los papeles de hombre y mujer y , lo sobrecargan de gestos hasta producir imitaciones paroxísticas de masculinidad y feminidad, caricaturas.
Si hay algo de lo que los hombres están oficialmente satisfechos es de no ser mujer. Pero subyacente a ello, circula una curiosidad, una envidia e incluso un deseo o ansia desenfrenada de probar, digamoslo así, a serlo.
La sensación de que follarte a una mujer es salirte con la tuya.