¡Por nosotros!

Solo hace falta que diga Adam Silvera o Becky Albertalli para convertirse en una necesidad... aunque sea una secuela de un libro que no haya disfrutado del todo (risa nerviosa).

ATENCIÓN, ESTA RESEÑA TENDRÁ SPOILERS DEL LIBRO ANTERIOR

Ben ha sobrevivido al primer año de la universidad, pero se siente más estancado que nunca. Las clases le demandan un gran esfuerzo, su trabajo a media jornada con su padre es aún peor y su mejor amigo Dylan lleva actuando raro durante semanas. Lo único positivo es su compañero de escritura, Mario, que le ha estado dando muchas clases de español y, sobre todo, muchos besos. Mario tiene grandes sueños puestos en Hollywood, y eso hace que Ben comience a soñar a lo grande. y las decisiones que tome a partir de ahora podrían ser la clave para remodelar su futuro. Entonces, ¿porqué no puede dejar de pensar en cierto chico de su pasado?
Arthur ha regresado a Nueva York por primera vez en dos años, listo para conquistar el mundo del teatro como el mejor. becario del asistente de un director que no está para nada cerca de Broadway. Por supuesto, para él es horrible pasar el verano lejos de su dulce y confiable novio, Mikey, pero sabe que su relación es lo suficientemente fuerte como para soportar la distancia. Por eso, no hay ningún problema cuando su ex novio Ben vuelve a aparecer en escena. Es más, le parece muy bien que Ben esté contentísimo con la compañía de un chico misterioso. Los primeros amores son especiales, pero es demasiado tarde para hacerse preguntas de «¿y si.?».¿Verdad?
Aunque intenten olvidarse del pasado, los chicos no dejan de cruzarse en el presente. ¿Acaso el universo está tratando de decirles que hay una segunda oportunidad en su futuro?

¿Es raro querer leer un libro que sabes de antemano que no te va a gustar? Probablemente no, pero me pasa que con este par de autores me veo en la necesidad de leer todo lo que publiquen aunque eso signifique leer una secuela de un libro que no necesitaba una. Siendo honesto ¿Y si fuéramos nosotros? es un libro que con el tiempo, desde mi perspectiva, envejeció mal, pues en su momento me pareció un buen romance juvenil para el verano, pero hoy lo recuerdo como un romance más del montón sin mencionar que de los acontecimientos solo recuerdo el final: no terminaron juntos y fue la mejor decisión que los autores pudieron haber tomado... hasta que escribieron esta secuela. Así que hay mucho (en realidad no tanto) de lo que hablar.
La trama es el cliché de segundas oportunidades con apenas dos años de diferencia y desde ahí todo está mal porque es lo que más ODIO en los romances contemporáneos porque hace parecer que los personajes no avanzaron en lo más mínimo en los años en que estuvieron separados y eso es justo lo que tenemos aquí; Arthur y Ben estancados en el romance fugaz que tuvieron pero que desearían hubiera sido algo duradero. La trama básicamente gira en torno a otro *ojos en blanco* verano Nueva York con Arthur y Ben, pero esta vez no estarán buscando vivir el romance más épico de todos, sino sobrevivir a los sentimientos que sepultaron y que llevan consumiéndolos desde la separación, a la vez que buscan la opción menos incómoda de volver a ser amigos y hacer las paces con el hecho de que ambos ya siguieron su vida. Spoiler alert, sale mal (si no, no tendríamos libro, jsjs).

Es increíble cómo los años hacen su trabajo al hacernos notar que lo que nos gusta no es lo mismo que nos gustó en el pasado, y una secuela con más de tres años de diferencia es el mejor ejemplo.
Arthur, el foráneo que regresa a Nueva York. Recuerdo haberlo amado en el primer libro, pero en esta ocasión me pareció TAN INSÍPIDO, plano, aburrido, soso, falto de carácter y de evolución. El Arthur que leí no era un joven universitario, para mí seguía siendo el adolescente indeciso de 16 que está esperando que el universo le resuelva la vida. Y ese fue mi mayor problema con él, tenía todo para ser feliz: un novio súper mono, un trabajo de ensueño y amigos que se preocupan por él, pero para Arthur todo se basaba en pensar en Ben porque dos años y miles de kilómetros no son suficientes para olvidarlo. Lo más triste es que me costó creer que es un protagonista y no un personaje secundario.
Ben, el local que se siente estancado. Es divertido pensar que en el primer libro no logré conectar con él y ahora se convirtió en mi favorito. Realmente disfruté su evolución y lo real que se sentían sus problemas: aspirar a algo grande, frustrarse porque no tienes las mismas posibilidades que los demás, sentir que la vida se te escurre de las manos y no poder hacer nada para detenerlo, estar perdido y luchar por encontrar tu propia identidad. Es cierto que Arthur también ocupa gran parte de sus pensamientos, pero siento que Ben maneja mejor esta parte y se va a partes iguales entre razón y corazón, como lo haría cualquier persona que cree toda esperanza perdida y luego ve una pequeña luz. También su trama tiene los secundarios más destacados que hacen que todo sea más ameno y entretenido (Mario, Dylan, les hablo a ustedes).

El ANGST romántico es otro nivel, en el buen y mal sentido. Por un lado tenemos al que se enfrentan Ben y Arthur al estar frente a una nueva oportunidad de reencontrarse y de volver a imaginar miles de ¿y si? de estar juntos; esto lo saltaré porque es algo que no disfruté y si empiezo a escribir sobre esto se me irá algún spoiler. Por el otro lado tenemos al que se enfrentan con sus respectivos intereses amorosos actuales: Arthur y la relación seria de ensueño que tiene con Mikey, un chico tímido, pero dulce y, de hecho, Taylor tiene una canción para lo que experimenta Arthur, the way i loved you (taylor's version): vivir algo de ensueño, pero no sentirlo de verdad por estar estancado en el pasado (obviamente dejando de lado la toxicidad porque ellos nunca fueron así
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