El divorcio

Me parece hasta aírico divorciarme del autor en este cuento así titulado y que, por supuesto, no trata de un divorcio.

Mi relación con César Aria empezó titubeante con La villa, mejoró bastante con esa declaración de principios que fue Cecil Taylor, pero tres novelas más tarde he decidido divorciarme de él. No ha sido una relación especialmente intensa, así que no se preocupen por mí, lo llevo bien.

¿Las razones? No es mi tipo. No aguanto ciertas cosas, y no me refiero a detalles como no levantar la tapa del váter. Por ejemplo, cuando le pregunté por esta misma novela, me dijo:

“Quise probar otras técnicas… cuatro historias independientes metidas dentro de un marco. En este caso quise empezar con una historia y seguir con otra para ver qué pasaba, hacer una especie de díptico. Nunca son cosas deliberadas, voy improvisando las novelas a medida que las voy escribiendo, sin un plan.”

Sin un plan, se dan cuenta. Uno quiere que en este tipo de relaciones haya un plan, yo al menos lo necesito. Y también quiero que los personajes signifiquen algo, que la historia esté justificada por y para los personajes. ¿Pues saben qué me dijo cuando así se lo demandé?

“Mis personajes, por lo general, no tienen psicología porque no me interesa. No me interesa la persona, me interesa la historia, la trama, los personajes tienen que ser simplemente funcionales a la historia.”

¿Trama, historia? le dije, yo solo leo anécdotas encadenadas por un sentido que se me escapa.

¿Quieren más motivos? Hablando con uno de sus grandes amigos, alguien que le admira como yo querría, le pregunté, ¿qué significa lo que estoy leyendo? No hay respuesta, me dijo, El divorcio es un libro sobre la imposibilidad de responder a esa pregunta. Y siguió diciendo:

“Mientras que, casi por definición, la literatura, como decíamos, o la novela, es un intento por lograr que el sentido haga pie en la palabra del relato, Aira trabaja en la dirección contraria: por liberar al relato del sentido de la palabra…es como si el libro fuese el intento reiterado, frustrado y reiterado, por dar un soplo de vida a la posibilidad de lograr desprenderse de lo literario.”

Y joder, llámenme raro, pero yo necesito lo literario.

Y por último, pero no menos importante, ¿saben quién es el autor, el único autor, que sigue con cada libro que publica? Kazuo Ishiguro, ¡¡¡ Kazuo Ishiguro !!! Ya me dirán si esta no es por sí sola una razón definitiva de divorcio.