Friday Black

Es terrible contemplar como la realidad cotidiana es más aterradora que cualquiera de las novelas que nos llevamos a la oscuridad de nuestro dormitorio. Historias que estremecen por que las sientes, porque giras la cabeza para huir del monstruo, porque cierras los ojos al mirarte al espejo y encarar al villano.
Este libro del debutante Nana Kwame Adjei-Brenyah nos ofrece una demoledora dosis de realidad. de esa que nos indigna mientras saboreamos un vino durante la cena y que desaparecéra tras tomarnos el postre. Kwame es consciente de que sus historias no llegarán al gran público salvo que se disfrace, como algún que otro personaje de los que abundan en sus relatos. Y para lograrlo se pone los ropajes del exceso, llenando sus historias de instantes extremadamente violentos, macabros, saboreando la dulzura de la sangre en los momentos cargados de gore hasta hacer que el lector se divierta por su excesiva propuesta y baje la guardia ante lo que realmente nos está narrando.
Porque tras ese camino del exceso, el autor comienza a analizar los terribles problemas orgánicos que abanderan una sociedad que hace tiempo dejó de ser funcional. A lo largo de sus doce impactantes relatos, Kwame nos pone en bandeja los problemas económicos, sanitarios, laborales, paterno filiares, ataca sin piedad al consumo desmesurado, a asumir la responsabilidad de tus actos y, por encima de todo, tiñe cada uno de sus relatos de negro.
Y es que el racismo llena cada una de las páginas de este libro desde su propio y revelador título. Lo hace mostrándolo sin tapujos, gritándote a la cara una realidad que nos empeñamos en negar. Lo hace desde la indignación, desde el objetivo de lo cotidiano. Usando puñetazos directos como Los cinco de Finkelstein o A través del destello o, al contrario, sirviéndose de la sutileza en relatos tan demoledores de la talla de Como vender una chaqueta según el Rey Hielo.
Y es que me cuesta mucho quedarme con alguno de estos relatos. Todos, o casi todos, rozan la excelencia. Quizás La calle Lark ande un tanto desubicado como sus propios personajes dentro del libro. Pero eso no hace más que constatar que el desborde de imaginación que usa Kwame en sus narraciones lo convierte en un autor a seguir.
Quizás te incomode llenarte las manos con las tripas que se derraman al pasar a la siguiente página del libro pero lo único que hace el autor en esta obra es mostrarte una realidad que no quieres ver. Aunque para ello tenga que disfrazarse del negro que tú quieres delante.