Un "tienes que leerla ya" fue el culpable. No había opción a decir que no porque la frase salió de la boca de un buen amigo... que puede llegar a ser muy persuasivo. Tanto me insistió en que la novela es genial, que para cuando me quise dar cuenta estaba a bordo de sus páginas. No me bajé del vehículo y completé el original trayecto, pero lo que vi por la ventanilla no me sedujo.
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