El viento, el sol y el fuego de Lanzarote. Una mujer atraviesa el pueblo en sombras. Es María, a quien llaman Mararía. Mujer, amante o bruja, pero ante todo mito.
Rafael Arozarena construye en Mararía —pieza maestra en la que se conjugan sabiamente realidad y poesía, magia y cotidianeidad— un símbolo de purificación y de autodestrucción.