Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, ten una cosa clara. Si Julio Alejandre te invita a navegar en su pequeño yate de 4000 metros de eslora (así, a ojo) no embarques. Mejor quédate en tierra, en un lugar seguro, cómodo y tranquilo y deja que te salpiquen (sin Shakira de por medio) las letras de la corona del mar. Navega lector mío sin temor, que de enemigos navíos, tormentas, desdichas y aventuras, la novela está plagada, del uno al otro confín. Aquel "pirata" al que llaman, por su "codicia" L'avide (Gabriel del Puerto para los amigos), aunque esta sea la de llevarse todos los palos de la baraja, comodines incluidos, aquel "pirata", digo, no se ahorra desgracia alguna, siendo uno de esos personajes, que por su crecimiento, hacen grande a la literatura. Pero situémonos: 1580. El rey de Portugal muere sin descendencia y, como suele ser habitual en estos casos, ya tenemos el follón armado. Los folloneros serán Felipe II por las españas y Antonio de Avis por Portugal ambos sobrinos del finado. ¡Oh, la familia, divina bendición! La guerra llegará a las islas Azores, un episodio del que poco o nada sabía y del que el autor me ha dado una didáctica lección. Sin paños calientes. La obra no te da un respiro, nada de largos espacios que se asemejan a los minutos publicitarios de Tele 5. Simple y llanamente es un sin vivir. Ni un milímetro de relleno, Alejandre dedica todas sus páginas al arte de entretener y divertir divirtiéndose. Al margen del conflicto bélico, el texto cuenta con una trama principal donde no faltan a la cita ni el amor, ni la desventura. Nuestros Romeos pasarán las de Caín y Julieta tratará de revelarse al papel que le otorgó la casposa sociedad de la época como mujer. Por si alguien piensa que tenemos poco, piratas, comerciantes y esclavitud se unen a un festín,donde, eso sí, cada cosa está en su lugar. De prosa elegante, pero con la dosis de rudeza que precisa el mar, el autor, en su generosidad, dota de cualidades, luces y sombras a todos sus personajes convirtiéndolos en compañeros irrepetibles, para bien o para mal. Una novela de aventuras a la vieja usanza capaz de evadirte de tus nubarrones diarios y trasladarte a cada uno de los escenarios como si estuvieras de cuerpo y alma presente. Lo que no hallarás es descanso. Mi consejo es que te dejes abordar. Que es mi barco mi tesoro, que es mi Dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. A sus pies don Julio, a quien agradezco el envío de su libro, que tan buenos ratos me ha hecho pasar. + Leer más |