Historia de un condón

Una apuesta arriesgada y desafiante es lo que nos propone esta novela de crítica social, difícil de clasificar en sí por sus rasgos, pero muy clara en su mensaje una visión de la sociedad actual, con sus rasgos más rancios y sus rasgos más «modernos», desde el punto de vista de un objeto que creemos que tiene una vida de sota, caballo y rey. Sin embargo, en este caso, nuestro narrador, un condón, tiene una experiencia, desde luego digna de contar en una novela. Nos lanzamos con su viaje por una ciudad, donde lo obsceno se junta con la crítica, con la sátira y todo ello con un punto bizarro, pero más a la inglesa que a la española.
De un inicio extraño…
Contada en primera persona, Historia de un condón nos adentra en las situaciones más íntimas, extrañas y particulares de nuestra sociedad. Bien es cierto que todo aparece tamizado por el punto de la hipérbole, pero también es e verdad que en algunos casos, la realidad supera a la ficción.
Con esta incertidumbre nos adentramos en la habitación de un joven que emplea un preservativo para masturbarse y de ahí nos lanzamos a la aventura. En ella, encontraremos diferentes personajes tipo que serán reflejo o ejemplo de diferentes cuestiones sociales que nos abordan hoy en día. Después de esta masturbación de lujo, nos lanzamos a tres temas de gran calado: cuál es nuestro cometido en esta sociedad, el bulliying y los problemas de la docencia.
Y sí, parece que son tres temas que nada tienen que ver con la experiencia de nuestro objeto protagonista, pero ahí está uno de los logros de la novela: la observación desde un punto de vista que se ignora deliberadamente. Este objeto que nos relata sus experiencias, en este punto de la narración desde la acera, nos permite observar en bruto lo que sucede, ofreciendo crudeza a los temas que se tratan.
… y un camino salvaje…
Sin embargo, después de este inicio tan sobrio, donde la obra nos zarandea un poco sobre cuestiones serias, pasamos a otras que son igual de serias pero que, y aquí comienza la crítica, como sociedad compramos y nos hacen gracia, dan curiosidad, dan morbo. En este sentido, la narración comienza a repartir golpes a diestro y siniestro, ya que los personajes lo pasan mal, pero el lector se ve increpado por su propia curiosidad y las notas al pie, que nos hacen ver esa curiosidad no tan sana que nos surge.
De este modo, nos lanzamos a la crítica y sátira de los retos virales, lo que implican las amistades de conveniencia, las filias sexuales… Un todo que nos lleva a cerrar este inicio por todo lo alto con lo que más nos gusta: el cuñadismo y la venganza. Sin embargo, no olvidemos lo que se ha dicho, nuestro protagonista no sale bien parado, pero nosotros tampoco porque nos hemos reído con el sufrimiento del reto viral, nos hemos leído con avidez cuáles eran las filias sexuales y seguro que en algo hemos coincidido con el cuñado.
… a un final de película
Eso sí, no creáis que la lectura de esta historia es para regañarnos. No. Es para que nos lo pasemos bien. Para ello, el autor ha ido aumentando en grado el nivel de exageración de la obra en un “te imaginas que… Buah, pues imagina que además”, en el que la acción nos lleva a momentos más cinematográficos y surrealistas. En este punto, es cuando se nos deja espacio para reflexionar y entender todo lo que estamos leyendo.
Durante toda la obra, bajo toda esa crítica social y sacarnos los colores vamos viendo una idea subyacente: si hacemos las cosas bien, entonces no irán bien y llegaremos a nuestra meta deseable e ideal; alcanzaremos el objetivo que nos han dicho que es lo más. de este modo, la historia de nuestro condón favorito se convierte en una historia que conocemos y que quizá vivimos todos los días.
Una propuesta atrevida
La verdad es que me acerqué a la obra con mucha curiosidad, ya que lo que primero me llamó la atención fue su apartado gráfico, ya que la historia viene acompañada de ilustraciones que son tan geniales como explícitas y que ilustran de manera muy certera los puntos culmen de la historia. Después, me lancé a la lectura y debo decir que a nivel de estilo me ha gustado mucho, creo que la composición de trama y el ritmo es muy bueno de manera que hace que te enganches a la siguiente anécdota o fase del camino.
Sin embargo, sí es verdad que a nivel de situaciones y vocabulario tenemos que fiarnos de la etiqueta bizarro. Tendremos un vocabulario pretendidamente obsceno y turbio, y situaciones un tanto peliagudas (sobre todo en sentido sexual). Asimismo, el final es un final… La propuesta del autor me parece muy interesante, pero no sé si me termina de convencer (eso sí, tampoco sabría cuál es la alternativa).
En cualquier caso, creo que esta historia sobre este objeto tan común como particular es un viaje muy interesante sobre todo bajo dos perspectivas: porque es muy divertido y por todo lo que nos hace ver y pensar. Espero que os animéis con él y que no os dé reparo que se os salten los colores.

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