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ISBN : 8408044206
840 páginas
Editorial: Planeta (30/11/-1)

Calificación promedio : 4/5 (sobre 1 calificaciones)
Resumen:
He aquí una copiosa colección de cuentos pertenecientes a todas las épocas y a todos los países... Con estas palabras presentaba en 1953 Ramón Menéndez Pidal la Antología de cuentos de la literatura universal , de la que ha partido Francisco Rico para elaborar la presente obra, eligiendo los mejores textos de allí publicados y añadiéndoles una abundante selección de cuentos de los siglos XIX y XX. Desde el antiguo Egipto hasta nuestros días, entre tantos autores de ... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Joserodher
 17 February 2024
La selección de relatos del mundo antiguo es desigual para mi gusto.
Los relatos egipcios tienen interés histórico pero no me dicen gran cosa. El de Sinué dio pie a la famosa y espléndida novela de Waltari. «Los dos hermanos» recuerda a los relatos bíblicos del Antiguo Testamento, especialmente al de «José y sus hermanos», aunque en el relato egipcio está presente el elemento mágico-fantástico.
Los relatos extraídos de la Historia de Herodoto son divertidos. Da la sensación que los egipcios que informaron al historiador le tomaron el pelo. La historia picaresca de «el tesoro de Rampsinito» nos cuenta la astucia de un ladrón muy descarado que roba al faraón parte de su tesoro y acaba casándose con su hija. La historia «El anillo de Polícrates» es una reflexión sobre la fortuna. La suerte infinita de Polícrates admira a su amigo Amasis, rey de Egipto, que considera que tanta fortuna tiene por fuerza que acabar en desgracia, por lo que le aconseja que se desprenda del bien más valioso que tenga. Ese bien es el anillo del título. Lo tira al mar, pero un pescador captura a un hermoso pez que lleva a Polícrates (a la sazón tirano de Samos). Como no podía ser de otra manera, el pez lleva en su estómago el famoso anillo. Polícrates, muy contento, considera que su fortuna es de origen divino, se lo comunica a Amasis, que rompe toda relación con él por miedo a la desgracia terrible que le debería sobrevenir.
El relato de Jenofonte, extraído de «La Ciropedia», se titula «La bella Pantea» y es una historia de fidelidad y amor conyugal, que acaba con el suicidio de la susodicha Pantea ante la muerte de su amado esposo. El contrapunto de este relato es el de Petronio, extraído del Satiricón, «La matrona de Éfeso» que cuenta la historia de una viuda inconsolable ante la muerte de su esposo, que acaba rompiendo su fidelidad ante un soldado. Esta historia de Petronio llena de humor es un ejemplo de misoginia romana muy divertido que acaba con unos versos tipo moraleja: «Confía la barca a los vientos, pero nunca tu corazón a las mujeres/pues las olas son más seguras que la fidelidad de la mujer./No hay ninguna mujer buena; o, si alguna lo fue alguna vez, /no me explico cómo una cosa mala se pudo hacer buena una vez.»
Los dos relatos del Panchatantra se caracterizan por intercalar moralejas probablemente en verso en el original sánscrito durante la narración. El del mono y el caimán nos cuenta cómo éste se hace amigo de aquel por su amabilidad y generosidad, pues comparte con él las frutas del jambú. Pero su esposa obliga al caimán (otra vez la misoginia: la perversa siempre es la mujer) a que le traiga el corazón del mono, que presume tan dulce como el jambú. Éste, muy a su pesar, invita al mono a su morada, pero antes de llegar, siente piedad de él y le confiesa sus intenciones asesinas, dándole la oportunidad de rezar a su Dios. El astuto mono le dice al caimán que su corazón está escondido en el hueco del jambú. Regresan al árbol y así consigue el mono escaparse de la muerte. Las moralejas intercaladas se distinguen en cursiva del resto del texto.
El otro cuento del Panchatantra, «la olla rota» es muy similar a nuestro cuento de la lechera. Un pobre brahmán se hace ilusiones de lo que va a conseguir con el arroz que contiene una olla que le habían dado de limosna. Se hace castillos en el aire, hasta que en un descuido, de un puntapié rompe la olla y con él se desvanecen todos sus sueños.
El cuento titulado «La imagen de la liebre en la luna» pertenece a la colección de Jatakas, o libro de los nacimientos, que nos relatan existencias de Gautama antes de encarnarse como Buda y cuando pertenecía al reino animal. En este cuento está encarnado como una liebre y el día de luna llena lo dedica a la meditación y al ayuno: «procuró meditar, como debemos hacer todos, elevando su alma hasta el Espíritu Supremo de la Naturaleza, confundiendo su voluntad y su inteligencia con la Voluntad e Inteligencia Divinas, adquiriendo al conciencia de ser una parte activa del Gran Todo…» No sólo se dedica a ayunar sino que tiene que buscar comida para dar limosna, pero piensa «Si algún pobre me pide de comer, le diré que encienda una buena lumbre y le daré mi cuerpo como alimento para que se reconforte.» Este sacrificio fue grato a los mundos superiores y reconocieron este gesto de supremo altruismo dibujando la forma de una liebre en la luna. Acaba el cuento con la siguiente moraleja: «Que el que quiere dar limosna debe darlo todo sin restricción, ofreciéndose también a sí mismo para bien del prójimo.»
«El alfarero y el lavandero» es un apólogo sobre la envidia. de hecho aparece una moraleja al inicio: «La envidia es un mal vicio; muchas veces lleva en sí misma su castigo». El cuento trata de demostrar dicha moraleja. El alfarero envidia la prosperidad del lavandero y busca por envidia su ruina sugiriéndole al rey que el lavandero puede conseguir blanquear un elefante. El lavandero es llamado a la presencia del rey y le explica a éste que necesita una vasija del tamaño del elefante para llenarla de agua jabonosa. Este trabajo imposible se le encarga al envidioso alfarero que fracasa una y otra vez y acaba arruinado. Concluye reforzando la moraleja: «Huid de aquellos que, por envidia, son capaces de realizar acciones perversas. Cada cual tiene su destino, feliz o desgraciado, y las verdaderas riquezas del hombre, que ha de pensar en su karma futuro y en las existencias ulteriores, son la virtud, la dulzura y la bondad.»
De la selección de cuentos de la tradición árabe en la Edad Media destaco los siguientes: «La disputa por señas» es un típico cuento de ingenio sobre la errónea interpretación gestual. «El juicio de un niño» es otro cuento de ingenio curioso.
Los tres cuentos seleccionados de «Las 1001 noches» son representativos de esta fascinante colección. El tercer viaje de Simbad el marino recuerda al episodio de Ulises con Polifemo en la Odisea de Homero. «Las historias que hacen referencia a pájaros» recuerdan a otros cuentos posteriores que nos hablan sobre la perversidad y astucia del ser humano en sus tratos con el reino animal. El titulado «historia del palurdo y de los dos pícaros» es muy similar a nuestro «Quien no te conozca que te compre».
Los cuentos «El medio amigo» y «El amigo entero» de la Disciplina Clericalis de Pedro Alfonso son más bien apólogos morales que nos hablan de la verdadera amistad, tras someterla a dura prueba. Nos dice «el verdadero amigo es el que te ayuda cuando el mundo te abandona».
Los cuentos de «Calila e Dimna» piden a gritos una versión en castellano moderno legible: son de muy difícil lectura. Lo mismo pasa con los otros cuentos en castellano antiguo, demasiado antiguo (siglo XIII). El «Enjiemplo de los dos compañeros» extraído del «Libro de los Gatos» es un apólogo moral sobre la necesidad de decir siempre la verdad (está muy desfasado hoy por desgracia, en tiempos de la pos verdad y del Doctor Sánchez). También mejoraría con una versión modernizada.
El cuento «De un rey y de su astrólogo» de Jacob de Vitry es además de ejemplarizante, divertido. Un astrólogo pronostica a un rey su muerte inminente y éste se lo cree y entristece de tal manera que enferma. Un soldado le pregunta al astrólogo que cómo sabe la fecha de la muerte del rey. Éste orgullosamente lo atribuye a su ciencia astrológica. le pregunta que si sabe cuando será su propia muerte. El astrólogo responde que no antes de veinte años. al matar el soldado al astrólogo demuestra la falsedad de su «ciencia» y consigue que el rey sane de su tristeza y pierda la fe en la astrología. La fe sólo debe reservarse para Dios. «Por tanto, no hay que hacer caso de aquellos que dicen que las luminarias del cielo son las que señalan la vida de los hombres, sino que debemos poner nuestra fe en un solo Dios que no abandona a los que confían en él»
De la sección titulada «La Edad Media Europea» destaco lo siguiente:
Los fabliaux seleccionados tienen carácter caballeresco, excepto el primero, «El testamento del asno» y el último «El perro y la serpiente». «El testamento del asno» es divertido y picaresco. Un cura entierra a su asno en sagrado y es acusado ante el obispo de la blasfemia. Soluciona el tema sobornando al obispo durante la confesión. Reflexiona el autor, Rutebeuf, «Quien tiene dinero suficiente, nada tiene que temer en este mundo y puede hacer de un asno un cristiano. Así no los enseña en este cuento Rutebeuf, el buen poeta que nunca tuvo donde caerse muerto.» «El perro y la serpiente» es la historia de la fidelidad de un perro que salva al bebé de un matrimonio matando a una serpiente que lo iba a atacar. Por error, el dueño decapita al valiente perro salvador.
El lai de María de Francia es una historia de amor cortés y caballeresca muy de la época medieval, que tiene la particularidad de que una esposa renuncia a su marido en favor de la amante de éste y se mete a monja. El relato no es tan chusco como parece así resumido, está contado con elegancia y sencillez, y conserva un elemento religioso característico. El marido, cuyo nombre sirve de título, es noble y el más valiente entre mil, pero por envidias y maledicencias es desterrado del reino. Se exilia solo, dejando a su esposa durante un año al cuidado de sus propiedades. Se enamora de la hija del rey del nuevo país donde se aloja. Salva a este rey de todos sus enemigos, pero no puede casarse con la hija del rey para no incurrir en bigamia. Tiene que volver del destierro antes de tiempo pues su rey lo reclama, pero promete a la hija del rey que volverá. Cuando vuelve se lleva a su enamorada a su tierra, pero en el viaje en mar, el barco zozobra por terribles temporales. Los marinos lo atribuyen a la maldición divina por el adulterio que está a punto de cometerse. La enamorada llega a tierra firme desvanecida, como muerta. Está durante tres días inconsciente y se la cree fallecida. La esposa legítima descubre el pastel y a la enamorada presuntamente fallecida y se apiada de ella. Resucita con una hierba milagrosa, la esposa se retira a un convento montado por su propio marido y la parejita se casa. Pasados unos años, purgan esos amores entrando ambos en religión. La segunda esposa acaba compartiendo convento con la primera.
Los ejemplos seleccionados de «El conde Lucanor» nos invitan a releer el libro completo. El primero (XI) «De lo que conteció a un deán de Santiago con Don Illán, el gran maestro de Toledo» es uno de los más famosos. El gran consejero Petronio, que aconseja a su amo con cuentos o ejemplos, le relata una historia sobre las falsas promesas de los poderosos. Acaba con un pareado tipo moraleja: «Al que mucho ayudares y no te lo reconociere, / menos ayuda habrás de él desde que en gran honra subiere».
El segundo seleccionado (XXXII) «De lo que aconteció a un rey con los burladores que hicieron el paño» es la misma historia que Andersen tituló «El traje nuevo del Emperador». Aquí los que no pueden ver el paño son según los falsos tejedores los que no son hijos legítimos de sus padres. Un sirviente negro que no tiene nada que perder es quien le dice al rey que está desnudo. En el cuento de Andersen creo recordar que era un niño. En esto se ve la diferencia de mentalidades entre la Edad Media y el siglo XIX. En la Edad Media no es el inocente y puro niño el que delata la desnudez del rey sino el siervo que no tiene nada que perder. En la Edad Media se refleja una sociedad estamental y en el romántico siglo XIX se exalta la pureza e inocencia de la infancia.
El último «De lo que aconteció a un mancebo que casó con una mujer muy fuerte y muy brava» (XXXV) es la clásica historia de la fierecilla domada también adaptada por Shakespeare. Este divertido cuento ahora en tiempos de corrección política habría que cancelarlo no sólo por el machismo sino por el maltrato animal con decapitaciones incluidas de perro, gato y caballo.
Los cuentos seleccionados del Decamerón de Boccaccio no responden al tópico de literatura licenciosa. El primero es sobre la ingeniosa respuesta que da el judío Melquisedec al sultán sobre la primacía de las tres religiones del libro. le pregunta cuál reputa verdadera. El segundo cuento nos muestra la crueldad de un aristócrata que se casa con una campesina y la somete a las pruebas más intolerables que se pueda imaginar. Hoy sería muy incorrecto. En ninguno de los dos hay ni una pizca del tópico de Boccaccio.

De los dos cuentos de Franco Sacchetti destaco el primero, «El gato y las ratas» que es el relato de una simple broma entre amigos: a Dolcibene le invitan a una empanada diciéndole que es de liebre y en realidad es de gato y éste se venga invitando a sus amigos a empanada de estorninos que resultó ser de ratas. Tiene moraleja, Dolcibene dice a sus amigos: «Por eso, si queremos vivir en paz en este mundo, hemos de atenernos a una norma que resulta de infalible eficacia: la de no hacer a otro lo que no queremos que nos hagan a nosotros.»
«Dante y sus vestidos» de Giovanni Sercambi es una lección sobre las apariencias y su importancia a la hora de valorar el talento.
Los «Cuentos de Canterbury» de Chaucer seleccionados son dos: «El cuento del capellán de monjas» y «El cuento del fraile». El primero está lleno de referencias cultas e incluso hoy serían tenidas por eruditas (necesitadas de explicaciones al pie de página). Nos cuenta el sueño premonitorio de un gallo (aquí da pie a disquisiciones sobre los sueños) y su interpretación. El rapto del gallo por un zorro y la ingeniosa estrategia de aquél para liberarse (que nos recuerda a otros cuentos tradicionales y folklóricos). El texto está lleno de ironía y de erudición. El llamado cuento del fraile nos dibuja un ambiente de corrupción eclesiástica y nos presenta al diablo como camarada del alguacil de un archidiácono.
El cuento «El sastre y su discípulo» del «Libro de los Enjemplos» nos relata la cruel broma del discípulo al maestro en venganza de un agravio que hoy podría parecer desproporcionada. El maestro acaba azotado por comerse toda la miel y no dejarle nada al discípulo. Así se las gastaban en la Edad Media.
«Del caballero, de la raposa y del escudero» es una lección sobre la mentira que acaba con su moraleja: «Esta fábula reprende e amonesta a los mentirosos que sin mesura mienten, que se enmienden, porque muchas veces ellos mismos son inducidos de los prudentes a que se contradigan a sí mismos, revocando las mentiras en sus mismas bocas». Gran lección para el Doctor Sánchez.
«De cómo Ghinasso curó a un cura de afección estomacal» de San Bernardino de Siena es un cuento humorístico sobre la cura de la gordura a un cura que quería enmagrecer un poco (adelgazar). Tiene un carácter moral que pondera el sacrificio.
El cuento de Sabadino «Pirone del Farneto vende un carro de leña y cuando intenta cobrarlo le llevan a confesar y luego al sangrador» lleva en el título el resumen del mismo. Es un divertido cuento picaresco que burla a un labriego con mentiras.
La siguiente sección «Del Renacimiento a la Ilustración» comienza con «Floriano» de Massuccio Salernitano. Es este un sencillo cuento picaresco que relata cómo dos pícaros romanos hurtan un vaso de plata al Floriano del título engañando a su cándida esposa.
«Belfagor o el diablo metido a esposo» de Maquiavelo es un divertido relato misógino. Ante la cantidad de maridos que acaban condenados en el infierno por culpa de sus esposas, es enviado el diablo Belfagor a la Tierra a casarse con mujer y comprobar en sus carnes la verdad. Como puede suponerse comprueba la maldad del género femenino y acaba escaldado y huyendo al infierno.
El relato de Castiglione es una broma pesada. Dos amigos embroman a otro tras perder éste en el juego y blasfemar. Lo despiertan a voces en la noche y le hacen creer que está ciego, pues dicen que tienen el candil encendido (siendo mentira). El blasfemo se compromete a una serie de prácticas piadosas si recupera la vista, lo que se produce en cuanto los bromistas encienden la luz.
«Giuletta e Romeo» de Luigi da Porto parece que es el origen de la tragedia shakespiriana. Sorprende la total similitud argumental entre ambas obras. Lo que ahora consideraríamos un plagio, en la época isabelina era una recreación. Es algo similar a lo que hacían los trágicos griegos Esquilo, Sófocles y Eurípides con el tratamiento de la mitología ya conocida por el público y recreada en sus obras. Luigi da Porto al final de su novelita un toque de atención sobre la decadencia moral del tiempo presente en que escribe en comparación con el de el relato: «¡Oh, ferviente lealtad, gala de las damas de otros tiempos! ¿En dónde hallarte ahora? Qué mujer sería la que hoy muriese sobre el cadáver de su amante, como hizo Giulietta? ¿Dejará nunca de ser cantado su bello nombre por inspirados vates? ¿Cuántas no serían en nuestros días las que apenas muerto su amante ya estarían pensando en hallar otro en lugar de morir con él?» Giuletta es un modelo de lealtad y el amor apasionado que llevó a la muerte a ambos amantes sirvió para reconciliar a Capuletos y Montescos.
El cuento de Bandello «Un rasgo de generosidad de Almanzor» es la vieja historia de la hospitalidad recompensada. El otro cuento de este autor «El Emperador Otón III se enamora de Gualdrada y, viendo que no le corresponde, la casa honradamente» tiene resumido su contenido en el título (en esa época no preocupaban los spoilers). Es un relato moral que nos enseña a renunciar a aquello que no podemos alcanzar y actuar con generosidad.
«Del italiano que se comprometió a enseñar a hablar a un mono que tenía un cura» de Bonaventure de Périers es un cuento picaresco spoileado en el título. El italiano se aprovecha de la ingenuidad del cura para embolsarse una buena cantidad de escudos a cambio de la promesa de hacer hablar al mono del cura en seis años. El cura no aguanta tanto tiempo sin su mono y, aunque pierda el dinero, se echa atrás y recupera a su querido monito.
«La pecadora perdonada» del Heptamerón de Margarita de Navarra nos cuenta la historia terrible de la adúltera rapada al cero y obligada a utilizar siempre como vaso la calavera de su amante asesinado por el marido. Tiene final feliz, es perdonada por el marido, como reza el título.
«La historia de Abindarráez y la hermosa Jarifa» aparece aquí en la versión incluida en la «Diana» de Jorge de Montemayor, famosa novela pastoril, modelo para Cervantes. Nos cuenta una historia de generosidad caballeresca entre cristianos y moriscos.
De la «Sobremesa y alivio de caminantes» de Juan Timoneda se seleccionan cuatro cuentos (el XIII, el XVI, el XXXV y el LII) que más que cuentos son breves anécdotas ingeniosas y divertidas. Lo mismo puede decirse de los brevísimos relatos de Luis de Pineda «El estudiante predicador», «Filosofía vulgar» de Juan de Mal de Lara, «Justicias del Rey Don Pedro» de Melchor de Santa Cruz y «Galateo español» de Lucas Gracián Dantisco.
«Soñar despierto» de Agustín de Rojas Villandrando nos cuenta una historia que recuerda «El príncipe y el mendigo» cruzado con «La vida es sueño». Un herrero borracho y dormido es llevado al palacio de un potentado que lo coloca en una cama lujosa y lo hace servir cuando se despierta como si fuera un marqués hasta que de nuevo bebido lo vuelve a colocar en el charco donde lo encontró. al despertar duda de su realidad y toma como sueño lo que vivió en realidad. Tiene un punto filosófico, acaba el cuento diciendo: «Veis aquí, amigos, lo que es el mundo; todo es un sueño, pues esto verdaderamente ha pasado por éste, como habéis visto, y le parece que lo ha soñado».
Continúa la selección con «La ilustre fregona», novela ejemplar de Cervantes.
LA ILUSTRE FREGONA: El humor cervantino está presente en dos momentos: el episodio de la cola del asno (se apuesta a las cartas un asno dividido en cuatro cuartos y cuando pierde los cuatro cuartos dice que lo entrega pero que le den la cola, que ésa no la ha jugado) y  el person
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