Dolor de Zeruya Shalev
[...], y ese ligero gesto de sus dedos sobre la cremallera estampó el sello sobre el veredicto que hasta ese momento dudaba en si recaer sobre ella o sobre él, y sobre decenas de otras casas en las que otras personas se estaban preparando para su rutina diaria, lavándose el cuerpo que pronto estaría bajo tierra, agachándose para calzarse unos pies que iban a ser arrancados de cuajo al cabo de exactamente una hora, aplicándose crema hidratante sobre una piel que al rato se quemaría, despidiéndose apresuradamente de un niño al que no volverían a ver, cambiándole el pañal a un bebé al que solo le quedaba una hora de vida, [...].
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