Dolor de Zeruya Shalev
[...], y al instante el dolor ha vuelto, haciéndola recordar. ¿O primero ha recordado y entonces ha vuelto el dolor? Porque la verdad es que nunca lo ha olvidado, por lo que no se trata de un recuerdo, sino decididamente de un reencuentro con ese preciso momento, ardiente, con la fractura que se diluye en la fantasmagórica tormenta del pánico, de la ceremoniosa parálisis del silencio: ni un solo pájaro piaba, ni una sola ave aleteaba, ningún toro bramaba, los serafines no oraban, el mar no se agitaba, ningún ser se expresaba, sino que el mundo callaba silenciado.
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