El Pabellón de Oro de Yukio Mishima
Cuando pensaba en todo esto, el Pabellón de Oro se me aparecía como un magnífico navío atravesando el océano de los tiempos. El libro decía: ; y eso me evocaba un barco, entre tanto que el estanque, al pie de la complicada construcción de esta nave de dos pisos, se me figuraba el mar. Del fondo de una noche inmensa nos llegaba el Pabellón de Oro, en una travesía cuyo fin no se podía prever. Durante el día, la extraña nave echaba el ancla con un aire de inocencia, sometiéndose a las miradas curiosas de la multitud pero, llegada la noche, extraía una fuerza nueva de las tinieblas a su alrededor, hinchaba su techumbre cual una vela y se hacía al mar abierto.
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