La residencia de estudiantes de Yoko Ogawa
Mi primo, después de haber recibido las instrucciones habituales, firmó cuidadosamente el contrato, con letra inclinada. Era una fórmula sencilla: Prometo llevar en esta residencia una feliz vida de estudiante. Probé a susurrar la palabra feliz en lo hondo de mi corazón. Pensé: ¿Firmé yo acaso esta misma promesa...? |