El ocupante de Sarah Waters
Cuando volví a ver la casa –casi treinta años después de aquella primera visita, y poco después del final de otra guerra-, los cambios me horrorizaron (…) El corazón se me empezó a encoger casi en el momento en el que entré en el parque. Recuerdo que había un largo recorrido hasta la casa entre pulcros rododendros y laureles, pero el parque estaba ahora tan cubierto de maleza y descuidado que mi pequeño coche tuvo que abrirse paso por el sendero. Cuando por fin me liberé de los arbustos y me encontré en una explanada desigual de gravilla, justo delante del Hall, puse el freno y me quedé boquiabierto de consternación.
|