Lolita de Vladimir Nabokov
Y hoy me sorprendo pensando que nuestro largo viaje no había hecho otra cosa que ensuciar con un sinuoso reguero de fango el encantador, confiado, soñador, enorme país que entonces, retrospectivamente, no era para nosotros sino una colección de mapas de puntas dobladas, libros turísticos estropeados, neumáticos gastados y sus sollozos en la noche- cada noche, cada noche- no bien me fingía dormido
|