Apegos feroces de Vivian Gornick
Que fuese una habitación en la que cada noche recreáramos nuestra falta de conexión, que las paredes gris claro estuvieran salpicadas de soledad y que la colcha de algodón azul grisáceo nunca se arrugase espontáneamente eran pensamientos para los que literalmente no teníamos palabras.
|