Soledad de Víctor Català
Mila buscó en aquel desierto azul la mancha alegre de un penacho de humo, de una casita, de una figura humana..., pero no vio nada, ni el menor indicio que denunciase la presencia y la compañía de los hombres. –¡Qué soledad!– murmuró aterrada, sintiendo de repente que su corazón devenía tanto o más umbrío que aquellas honduras.
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