La invitación de Vi Keeland
Aunque odiara admitirlo, lo echaba de menos cuando no estaba. Tenía ganas de verlo y no solo porque fuese inteligente y un buen orientador para mi empresa. Tal vez mantener las distancias fuera lo mejor. Tenía que controlar lo que empezaba a sentir por él. Nuestra situación no había cambiado: éramos socios. Aunque cada vez me costaba más recordar por qué no podíamos ser algo más.
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