Estamos, en principio, ante una novela corta o relato de fantasía, pero esta historia va mucho más allá. Es una metáfora sobre la vida que deseamos vivir y la que realmente vivimos. Un grito ahogado a las imposiciones, ansiedades e inclemencias que constantemente nos encontramos en nuestro trayecto vital. A pesar de que las tramas no tienen nada en común, su protagonista Freya me ha recordado al Principito y a Momo, personajes que adoro y que me marcaron como lectora. Freya es una chiquilla que está harta de la realidad que la rodea. La gente parece amargada y se comporta de manera hostil; y, por supuesto, todos creen saber cómo tiene que comportarse Freya. Un buen día, de la nada, aparece un camino de sauces en medio de la ciudad y, junto a su entrada, un pianista encantador que enseguida empatiza con nuestra protagonista y que parece ser la única persona que sabe lo que ese camino depara a todo aquel que desee cruzarlo. Cada día, un ciudadano o ciudadana decide adentrarse en él, pero nunca nadie ha regresado... Freya, aconsejada por Klavier, el amable pianista, decide tomar el camino y enfrentarse a todos sus miedos e inseguridades. Es eso o perderse para siempre. Una novela maravillosa, escrita con un estilo cuidado sin llegar a ser recargado y con una protagonista que se instalará para siempre en vuestros corazones. + Leer más |