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La ciudad del agua de Theo Lawrence
Recuerdo lo que es estar enamorada, notar ese revoloteo en el estómago, sentirme viva, como si cada poro de mi piel fuese un portal a mi alma.
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El último corazón de Theo Lawrence
—Oh, cállate, Aria. Solo estás dando rodeos con la esperanza de que no te ate a esta silla medieval y te lave el cerebro. —Se pone en pie e introduce varios números en un teclado que hay en la pared—. Bueno… lo siento. Porque atarte a esta silla medieval y lavarte el cerebro es precisamente lo que voy a hacer.
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El último corazón de Theo Lawrence
—¿Ha muerto uno de tus padres? No. Los míos están muertos los dos, así que no me hables de lo que has dejado atrás. Sus palabras son corrosivas. —¿Cómo puedes decirme eso? Soy tu novia —añado—. Puedo ayudarte si tú me dejas, si tiras esos muros que has levantado… —Basta. —Hunter levanta las manos en señal de rendición—. Estoy cansado. Y no quiero seguir hablando de eso. |
La ciudad del agua de Theo Lawrence
Tiene la clase de rostro que te coge por sorpresa. Antes, en la calle, pensaba que era una cosa, guapo de un modo convencional, como la porcelana o los diamantes de colores que mi madre guarda en la cámara de seguridad de la familia. Pero ahora veo que es prácticamente lo contrario, un rostro de facciones demasiado duras para ser bello, demasiado misterioso. Es el tipo de cara que te absorbe, que te hace querer renunciar a todo lo que conoces, a todo lo que eres, solo para captar su atención.
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La ciudad del agua de Theo Lawrence
Me suelta el lazo del pelo, lo deja caer al suelo y me pasa los dedos por el cabello, aun húmedo de la ducha. Hay algo tan familiar en él… podría ser nuestro primer beso o el número cien. Todo esto es demasiado, y me aparto para recobrar el aliento. —Uau —dice Hunter, que inhala hondo—. Sencillamente… uau. |
¿Cuál es la profesión del narrador que encuentra el Principito en el desierto?