Londres, Navidad y otros desastres de Tamara Marín
Cuando pierdes a un ser querido el espíritu de la Navidad pasa a un segundo plano. Su ausencia se nota más, si cabe, y lo único que te apetece es acostarte un día de noviembre y despertar, por arte de magia, el 7 de enero, o el 8, ¡no vaya a ser que dure todavía la resaca de Sus Majestades!
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