La campana de cristal de Sylvia Plath
Le echaba el ojo a un hombre sin tacha, a distancia, pero tan pronto como se acercaba, inmediatamente veía que no serviría en absoluto. Esa es una de las razones por las que nunca quise casarme. Lo último que yo quería era seguridad infinita y ser el lugar desde el cual parte una flecha. Quería cambio y emoción y salir disparada en todas las direcciones yo misma, como las flechas de colores de un cohete un cuatro de julio. |