Una gran historia de amor de Susanna Tamaro
¿De cuántas maneras distintas sopla el viento? ¿Cuánto silencio puede haber en una casa donde los únicos pasos que resuenan son los propios? Cuando estás navegando y el viento azota la embarcación, te envuelve de continuo con su ulular que solo varía en intensidad y aparte de tu voz únicamente hoy es el tintineo de todo lo que se mueve. Si en cambio es un viento fuerte el que se abate sobre la casa son las habitaciones las que hablan, el golpeteo de un postigo, el crujido de los marcos, ruidos de una vida que surgen donde menos te lo esperas y te bailan alrededor con la lealtad obsesiva de la memoria. ¿Qué es ese zumbido? ¿Será posible que se trate de la nevera? ¿Y esa especie de lamento siniestro? ¿Será de los goznes de la puerta del desván que llevas tanto tiempo sin engrasar? ¿O el canto monótono de un pájaro nocturno? Quizá el rechinar de los tablones del cuarto de al lado. Abres la puerta con mala cara y gritas ¿Quién es? Pero una vez más el único que te responde es el viento. ¿Los muertos habitan las casas o es solo nuestro miedo a habitarlas?
|