La última vez que vi llover de Susanna Herrero
El amor no desaparece en veinte horas. Se estropea, se transforma, se envenena. Pero no muere. Al amor no se le puede matar. Ni siquiera se puede luchar contra él; sería una batalla perdida desde antes de empezar. Para matar al amor, hay que hacerlo lentamente. Hay que hacerlo con frialdad.
|