La tempestad del segador de Steven Erikson
No había fin, en ese mundo enorme y caótico, para los delirios de los que creían haber sido elegidos. Únicos en su especie, disfrutando de la mirada de unos dioses a los que les importaba algo, como si así fuera, cuando la verdad era que cada rostro inmortal, a pesar de todos sus rasgos peculiares, no era más que una faceta de uno solo, y ese había dado la espalda a todo mucho tiempo atrás, solo para librar una batalla eterna contra sí mismo. De los cielos solo llovía indiferencia, como cenizas que hacían escocer los ojos y dejaban en carne viva la garganta. No había sustento en ese diluvio cegador.
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