Érase una vez un corazón roto de Stephanie Garber
Él le dedicó una sonrisa de verdad, revelando un par de hoyuelos que por un momento lo hicieron parecer más ángel que demonio. Pero Evangeline suponía que incluso los ángeles tenían que tener cuidado con él. Podía imaginárselo mostrando esos engañosos hoyuelos mientras engatusaba a un ángel para que perdiera sus alas y así poder jugar con las plumas.
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