Érase una vez un corazón roto de Stephanie Garber
-El antídoto está funcionando -dijo la chica. -¿Significa eso que puedo soltarla? -Sí -consiguió decir Evangeline en el mismo momento en el que la chica volvía a hablar. -No, a menos que quieras que muera. Necesitará contacto físico durante al menos un día entero para que la cura surta efecto. Evangeline tenía la sensación de que la joven estaba jugando con Jacks; tenía que estar jugando con él. Pero, aunque no fuera así, no se imaginaba a Jacks abrazándola, a ella o a cualquier otra persona, durante tanto tiempo. Y, aun así, él no se movió para soltarla. Jacks se aferró a ella como si se la tuviera jurada, con el cuerpo rígido y tenso como si no quisiera que estuviera allí, y a pesar de ello sus brazos se tensaron alrededor de su cintura como si no tuviera la intención de dejarla nunca. |