Confusión de sentimientos de Stefan Zweig
Siendo belleza ella misma, la juventud no necesita de transfiguración: en su exceso de fuerzas vivas aspira a la tragedia y permite gustosa que la melancolía absorba dulces sorbos de su sangre todavía inexperta. De ahí también la eterna disposición de los jóvenes al peligro y de ahí que tiendan en espíritu la mano fraternal a cualquier sufrimiento
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