Mendel el de los libros de Stefan Zweig
En cuanto terminé, Mendel cerró durante un segundo el ojo izquierdo, igual que un arcabucero antes de disparar. Pero, de verdad, aquel gesto de concentrada atención duró tan sólo un segundo. Después enumeró de inmediato y con fluidez, como si estuviera leyendo en un catálogo invisible, dos o tres docenas de libros, cada uno de ellos con el lugar de publicación, la fecha y el precio aproximado. Me quedé perplejo. Aunque venía preparado, no me esperaba algo así.
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