Sueños olvidados y otros relatos de Stefan Zweig
Pero hay una placidez de la atmósfera que provoca la sensualidad tanto como el bochorno o la tormenta, una templanza de la felicidad que es más excitante que la desgracia y para muchas mujeres, precisamente por su ausencia de deseo, tan perniciosa como la insatisfacción permanente debida a la falta de esperanza.
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