Los ojos del hermano eterno de Stefan Zweig
Cuando se le planteaba una disputa, en su interior a duras penas comprendía que hubiese en el mundo tanta ansiedad y que los hombres, por pequeñas envidias de propiedad, se abrieran camino a codazos cuando tenían por delante toda la vida y el dulce aroma de la existencia.
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