Una casa en Santorini de Sibila Freijo
Una parte de él deseaba el reconocimiento, que por fin llegaba y que nunca tuvo, el que se había ganado, pero otra lo único que quería era seguir siendo anónimo, salir corriendo de allí y volver a ser un profesor de boxeo en algún gimnasio de barrio. Lo único malo de la vida era que nunca jamás se podía volver atrás.
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