Hay ocasiones en las que el cuerpo, la mente y el espíritu me piden leer libros que me reconcilien con la vida, libros escritos en positivo, que no se centren en hechos y acciones sino en pensamientos y sentimientos. Libros que evidencien que la magia existe, que el amor (de cualquier tipo) no tiene fronteras, que la amistad es un bien muy preciado y que hay algo intangible que nos hace conectar con ciertas personas, independientemente de las diferencias de edad, sexo, o cualquier otra condición. Libros como “Naturaleza muerta”, de Sara Winman, que envuelven con una prosa tan bella como bello es lo que cuenta, lo que transmite. Un libro que se lee sonriendo, con el corazón blandito, que se centra en lo bueno de la vida sin ocultarte lo malo; un libro lleno de esperanza, de confianza, de buenos deseos… Una historia de personajes (brillantes, por cierto), que te hace sentir uno más, que te hace partícipe de lo que sucede, de lo que piensa y siente cada uno de ellos. Una historia llena de luz aunque, como digo, no oculte ninguna sombra, como las de la guerra, la ausencia, el desamor, la soledad… Una historia muy real con toques de realismo mágico que le van perfectos, divertida, fluida (aunque al principio cueste un poco pillarle la onda) y muy tierna. Un libro que se lee con mucho gusto y disfrute, que transmite muchas cosas con su aparente simplicidad y que está empapado del buen gusto y la elegancia del mejor arte; maravillosamente ambientado, envolvente, edificante. Un libro llegado en el momento idóneo que me ha regalado una experiencia lectora increíble. + Leer más |