Enero de Sara Gallardo
Su dolor sube como lentos cuchillos por la garganta, que le duele, le duele, como si cada sollozo fuera un pequeño hijo que naciera, y sus gemidos se pierden entre rumores de mugidos y de patas que cambian de posición. Las lágrimas la envuelven en un velo que borra el mundo y moja su cara entera, sus manos, la manga en que oculta su rostro.
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