Los asquerosos de Santiago Lorenzo
Pronto instalaron una campana en su patio, para que los niños se entretuvieran. La tañian como locos, metiendo un jaleo de bayoneta pinchando tímpanos. Todo con tal de fulminar la quietud que decían haber ido a buscar en Zarzahuriel y que en realidad no aguantaban. "¡La paz que se respira allá!", contarían el lunes al vecino en su barrio"
|