Dónde estás, mundo bello de Sally Rooney
hace unos años empecé a llevar un diario, que titulé «el libro de la vida». Empecé con la idea de escribir una entrada corta todos los días, una línea o dos, nada más explicando algo bueno. Supongo que con bueno» debía de referirme a algo que me hiciese feliz o me reportase placer. El otro día volví a echarle un vistazo, y las primeras entradas son todas de aquel otoño, ahora hace casi seis años. Hojas de plátano secas correteando abarquilladas como garras por la South Circular Road. El sabor a mantequilla artificial de las palomitas del cine. El amarillo desvaído del cielo por la tarde, Thomas Street envuelta en bruma. Cosas así.
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